Padel World Press .- El pasado fin de semana estuve disfrutando de una comida de reencuentro entre amigos que llevaban mucho tiempo sin verse. Tanto tiempo que nadie sabía de quiénes eran los niños que corrían entre las mesas. Después del tiempo necesario para ponerse al día, fueron apareciendo pequeñas conversaciones en las que el futuro daba paso a las viejas historias del pasado. Y ahí, justo ahí, es cuando uno se da cuenta de la enorme distancia que establece el tiempo, de las diferentes experiencias vividas y de cómo esto condiciona la manera en la que cada uno afronta el futuro que aún está por llegar.

Algunos de ellos simplemente ya habían decidido rendirse a una vida exenta de proyecto vital. Otros achacaban su resignación al capricho del destino ya que “hacer planes no es otra cosa que alimentar tu miedo”. No niego que me sentí un tanto desconcertado al ver a personas de mi edad habiendo tirado la toalla y repitiendo modelos aprendidos en otras generaciones.

Con un poco de perspectiva y unas horas después fui tomando conciencia de cómo muchas situaciones adversas no les sirven a ciertas personas para aprender y de cómo cada uno de nosotros libramos una gran batalla en nuestro interior.

Construir un proyecto de futuro, de vida y alimentarlo para hacerlo crecer es la manera de esquivar la resignación vital que algunas personas viven sin ser conscientes de ello.

Si no tienes proyecto, ¿qué sentido tiene lo que haces? ¿Dónde pones el foco? ¿Qué te estimula para levantarte cada día?

Construir un proyecto es dotar de sentido a lo que hacemos. Nada tiene que ver con tener todo planificado sino todo lo contrario. Quien vive bajo el estricto control de su vida se encorseta y no deja espacio al disfrute.

Sin embargo quien construye un proyecto alimenta una vida plena de sentido no exenta de dificultades. Y es que tener un proyecto significa:

– Entrenar una actitud proactiva y de anticipación. Ilusionarse e imaginar un futuro donde quieres estar y construir paso a paso el camino.

– Darte cuenta que el ritmo lo eliges tú y que lo rápido puede ser la peor manera de construir algo sólido.

– Asegurarse que puedes compartirlo con otros y crear redes de colaboración y co-responsabilidad. Que “mi proyecto” puede convertirse en “nuestro proyecto”.

– Aceptar cada imprevisto y cada adversidad como elementos del camino que refuerzan el significado del proyecto.

– Permitirte desdecirte que lo que alguna vez hayas planteado, dar un giro a tus planes y reinventar tu proyecto las veces que sean necesarias. Incluso puedes bajarte de tu proyecto y subirte a otro.

– Responder a tus propias expectativas y no a las de los demás. Solo respondes a las expectativas de otros cuando careces de un proyecto.

– Saborear tus avances aunque aún estés lejos de lo que te planteas. Da igual la distancia a la meta, lo más importante es el movimiento.

Me niego a rendirme, me niego a pensar que es mejor dejarse llevar. Y si no, que se lo cuenten a Sister Madonna Buder, que con sus 82 años se ha convertido en la atleta de mayor edad en completar un Ironman.

Álvaro Merino”.

“Es curioso que la vida, cuanto más vacía, más pesa” León Daudí

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