“Esa grada que canta, que baila, que exhibe su identidad mientras eleva el espectáculo. Ese público encendido que se muestra, que se reivindica como una hinchada fervorosa, pasional, adicta a las emociones. Esa afición que responde sin vacilaciones. El paso de World Padel Tour por La Rural es una inyección anímica. Miles de personas (casi 4000 sólo en la final) elevan los partidos a una dimensión distinta en un territorio que vibra con este deporte. La organización alardea con orgullo del resultado del Buenos Aires Padel Master 2017. Motivos hay para la alegría”. No te pierdas este artículo que nos ofrecen los compañeros de Padelazo.
Padel World Press .- Allí donde el pádel se catapultó con pies de barro para hundirse después con estrépito, viene resurgiendo hoy sin prisas y con fuerza. Atrás queda aquel pádel argentino de entre mediados de los ochenta y los noventa; un castillo de naipes, sin estructura firme, sin planificación, sin visión estratégica, que no soportó la crisis de 2001 y se derrumbó sin remisión.
La realidad actual es otra. Con más pausa y menos errores, parece resucitar en Argentina el deporte de ‘El Bela’, de ‘El Galleguito Díaz’ o el de Sanyo Gutiérrez; el pádel del Mago Sanz, del marciano Lasaigues o de Roby Gattiker.
El paso del Circuito Profesional de pádel por La Rural confirma que hay raíces y que están agarrando bien. Hay hambre de pádel en el gigante sudamericano. Y World Padel Tour saca pecho. Lo hace hoy, tras la fiesta del Máster bonaerense, de igual modo que rehúye la responsabilidad cuando en las gradas asoma el plástico, las finales se aplazan o las pruebas directamente se cancelan.
Lo cierto es que, en Buenos Aires, el éxito, más allá de WPT, tiene otros padres. Algunos visibles, en primera línea, como Visión Deportiva, La Rural SA o la propia administración local; otros, en la sombra.
Ellos también, desde luego, han hecho posible esta parada argentina que ha servido de magnífico termómetro para tomarle el pulso a la afición por el pádel allí. Pero, de la misma manera, el lleno en las gradas, el ambiente, el espectáculo del que se vanagloria la organización de WPT ponen de manifiesto lo incomprensible que resulta que en toda Sudamérica sólo se dispute una prueba oficial del Circuito.
Río Gallegos y Mendoza, estaciones WPT hace poco, han pasado al olvido. Ahora, únicamente Buenos Aires, demasiado poco para el segundo país más grande del Cono Sur, con casi 3 millones de kilómetros cuadrados, un territorio en el que se apuntan más de 25.000 canchas de pádel, una nación ávida de ese deporte, desde luego, uno de ‘sus’ deportes. Una prueba, escaso para una afición que desprende pasión y entusiasmo.
Ahora, sólo Buenos Aires, sólo masculino. Las féminas, ni cuentan.
La mirada de World Padel Tour parece no ir más allá del retorno inmediato. Ejemplos hay de ello en sus cinco años de trayectoria. Su ecuación contiene siempre dos elementos: dinero y hoy. Si hoy tienes dinero, hoy tienes una prueba. Sea en Andorra o en Miami hoy; o en Dubai y en Montecarlo, ayer. El resultado es ahora, el futuro corresponde a otros. La fórmula es tan lícita como rebatible.
No hay puente alguno con ese escenario deportivo (re)emergente, con su prolífica cantera. Si acaso, hasta ahora, a través del empresario Fabrice Pastor, con la Fabrice Pastor Cup, una prueba que catapulta a varias perlas sudamericanas (Andrés Britos, Fede Chingotto, Juan Tello, Agustín Tapia o Lucas da Cunha Bergamini, entre otros). Una apuesta individual que requiere de esfuerzos colectivos más notables y sostenidos, y que no sólo no los encuentra sino que, además, choca con otros intereses. Porque el Circuito rompe con Pastor pero no busca alternativas.
El fervoroso pádel argentino queda aislado de World Padel Tour que se asoma una vez al año por aquella tierra. Argentina, vivero indiscutible de grandes talentos, se viene conformando con migajas a la espera de que alguien allí haga resonar plata para que alguien de aquí abra los oídos y enfoque los ojos en el pádel argentino.
El brasileño Pablo Lima, figura en la final del master bonaerense, expresó al terminar el partido en el micro de WPT un anhelo que apunta en esa dirección. “Estoy muy feliz y más feliz por mi compañero porque ha podido ganar en su tierra. A ver si algún día puedo yo por lo menos jugar un torneo en la mía”. Pero la realidad es que si Argentina apenas cuenta, Brasil (o Chile, o México,…) ni siquiera aparece en el radar de la organización. No al menos hasta que afloren en la ecuación sus dos preciadas condiciones: dinero y hoy.
Terminada la fanfarria oficial, sofocado el ejercicio de vanidad del Circuito, la esperanza es que alguien aparte sus ojos del ombligo propio para mirar a la realidad que la grada del Buenos Aires Padel Master 2017 ha mostrado con fervor. ¡Oíd mortales!
Imagen: World Padel Tour
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