Padel World Press .- En deportes individuales todo depende de uno mismo. Las buenas y las malas rachas de juego deben gestionarse de manera totalmente subjetiva y, por ello, si el deportista tiene unas adecuadas herramientas psicológicas será más fácil que supere ciertos baches de juego. En el otro extremo están los deportes colectivos, en los que cada individuo aporta una parte del rendimiento global del equipo. Aquí, la labor de algunos jugadores puede ser clave pero también es cierto que un mal partido de alguno de ellos puede verse disimulado si la actuación del grupo es buena.
Pero:
¿Qué ocurre en las modalidades de dobles?
¿Qué influencia tiene cada jugador/a?
Pues exactamente la mitad del rendimiento total… Es decir, si tuviéramos que establecer un porcentaje de influencia en el resultado final de un partido de cada jugador de pádel podríamos decir que es del 50%… Por tanto, el buen rendimiento de uno de ellos no tiene por qué ser decisivo pero un mal partido de uno de los dos no se puede disimular. Así es este deporte, donde el mejor rendimiento se obtiene de la suma del buen hacer de dos.
Una pareja de pádel no es eterna. Casi siempre surgen problemas, dudas, desconfianza o simplemente desgaste que hace difícil la continuidad de dos deportistas que compiten juntos. Es por ello que quería destacar en este artículo el hecho de cómo se forma una nueva pareja y la mejor manera de empezar a trabajar para que, en el menor tiempo posible, se obtenga el mejor rendimiento.
A continuación voy a destacar los aspectos que considero claves para el óptimo desempeño de una pareja que va a empezar la aventura de jugar juntos:
– Motivación.
– Objetivos comunes.
– Coordinación en la preparación.
– Crear una base de juego.
– Conocer al otro/a.
– Hacer equipo.
Cuando una pareja de pádel empieza a jugar junta, lo normal es que ambos jugadores/as tengan la máxima ilusión por esta aventura. Hay que aprovechar esa ‘luna de miel deportiva’ para sacar lo mejor de cada uno/a.
Si usamos un símil futbolístico, cuando un equipo cambia de entrenador lo normal es que los jugadores estén expectantes e ilusionados ante este nuevo proyecto y cada uno de ellos tratará de sacar lo mejor de sí mismos para iniciar bien la nueva andadura. Es por eso que, en muchas ocasiones, cuando un conjunto cambia de técnico a mitad de temporada los primeros resultados suelen ser positivos. Más que por una cuestión técnica o táctica, se produce una reacción positiva por una cuestión motivacional.
El planteamiento de objetivos comunes es vital para el buen funcionamiento a medio y largo plazo de la pareja. Es imprescindible, antes de nada, sentarse juntos/as y poner sobre la mesa qué objetivos tiene cada uno por separado y tratar de fusionarlos para empezar a entrenarse y a competir con unas metas comunes o, al menos, lo más parecidas posibles.
Por coordinación en la preparación nos referimos al hecho de que, tanto si la dupla se entrena junta o si lo hace por separado, es imprescindible que sus integrantes estén coordinados. Si ambos/as se entrenan juntos y tienen un mismo entrenador/a, la situación es mucho más fácil y sólo es cuestión de tratar de poner en marcha el plan técnico-táctico del preparador/a. Si cada miembro de la pareja se entrena por separado, con técnicos diferentes, hay más trabajo que hacer. Sería conveniente una reunión inicial del equipo de uno y otro jugador/a y, a partir de ahí, coordinar el trabajo lo mejor posible para que la preparación de ambos sea compatible con el esquema de juego que se quiere llevar a cabo. Sería muy importante también que se entrenaran juntos de vez en cuando, para fortalecer dicho esquema y trabajar sobre él.
El hecho de crear una base de juego es una labor que resulta mucho más sencilla si ambos jugadores/as se entrenan juntos pero no debe ser un obstáculo si lo hacen por separado… Sólo es necesario que haya comunicación entre los preparadores de los jugadores/as y, entre todos, construir una base sobre la cual poder trabajar para aprovechar al máximo las cualidades de los jugadores/as. Conozco muchas parejas de pádel que, individualmente no son una gran potencia pero que juntos/as, y con una buena base de juego, forman una dupla muy difícil de superar. Es lo apasionante de este deporte: si sabemos conjugar esa suma de dos de la mejor manera posible obtendremos unos resultados sorprendentes.
Conocer al otro/a es un aspecto más personal que técnico pero que ayuda enormemente a que la pareja funcione desde el primer día. Cada jugador/a tiene sus rutinas, sus costumbres, sus manías dentro y fuera de la cancha y éstas deben ser conocidas y aceptadas por el otro/a. También es importante que si alguna de estas costumbres perjudica claramente al compañero/a se llegue a un acuerdo para minimizarla o eliminarla del repertorio conductual. Cuanto más conozcamos lo que beneficia y perjudica a nuestro compañero/a mas podremos ayudarle pero, a su vez, es muy importante que sepamos entender y tolerar el comportamiento del otro/a y acoplarlo lo mejor posible a nuestro juego.
El último aspecto que me parece crucial para que una pareja recién formada funcione es el hecho de hacer equipo. En definitiva, todos los aspectos comentados con anterioridad van dirigidos hacia este punto y es que no debemos olvidar que en un deporte de dobles, como es el nuestro, los miembros de la pareja están ‘condenados’ a entenderse, así como los preparadores que trabajan con ellos/as… Sólo de esta manera la cosa puede funcionar, con un equipo sólido y con mentalidad de trabajo común podremos obtener el mejor rendimiento posible.
Óscar Lorenzo García
Twitter: OLorenzoRMarca
Email: [email protected]
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