Daniel Gamarra Peñalver, profesor de pádel y estudiante de periodismo, ha querido rendir homenaje a la figura de uno de los mejores jugadores de la historia de este deporte… En su opinión, Fernando Belasteguín es un verdadero número 1, en el sentido más amplio de esas palabras.
Padel World Press .- Se habla mucho ‘del Bela’ últimamente… Debe ser por sus 55 partidos ganados esta temporada o por sus 11 títulos conquistados. Pero este gran jugador es mucho más que números o estadísticas. Bela es carisma, es lucha, es entrega; Bela es ir perdiendo 5-0 un partido y seguir luchando cada bola como si el encuentro acabara de comenzar.
Bela es tener que soportar durante 13 años la frase “gana por el compañero” sin darnos cuenta que era él quien llevaba el peso del choque, el que creaba ángulos… Era el que sacaba esa bola más, el de esos magníficos globos que no tocan el cielo como los de otros, pero con los que se perdía la red… Bela es ese jugador que gana dos títulos junto a un jugador de 44 años que la temporada pasada amenazaba con decir adiós al Circuito World Pádel Tour y que nos dejó a todos con la boca abierta al recordar al ‘mago’ que fue Campeón del Mundo en 1998. Eso es Bela, un jugador tosco que no destaca en ningún golpe pero que lleva siendo el mejor jugador del mundo nada más y nada menos que 14 años consecutivos.
A pesar de todo esto, si le preguntáramos a Fernando, él nos diría que no es el mejor jugador del mundo y te nombraría a varios compañeros del Circuito a los que él considera mejores. Esa es la humildad del campeón.
Sin embargo, toda gloria requiere un precio y, como él mismo dice, le ha dado más al pádel de lo que el pádel le ha dado a él… Y tiene parte de razón ya que no hay título, homenaje o galardón que le haga recuperar el tiempo que no ha estado con sus seres queridos sólo por darle a la ‘dichosa palita’.
Para concluir este artículo, sólo decirte gracias… Gracias Fernando por regalarnos tu tiempo, por regalarnos tu pádel, por mostrarnos como se juega a este maravilloso deporte tras unos años en los que el pádel parecía tenis de dobles. Gracias por devolvernos esos efectos, esos cambios de velocidad, esa creación de ángulos o esos maravillosos globos; gracias por devolvernos, simplemente, la esencia de este nuestro deporte.
Daniel Gamarra Peñalver
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