Poco antes de que se confirmase que tendría que volver a pasar por el quirófano, nuestro compañero Daniel Gamarra habló con Agustín Gómez Silingo. Para comenzar, conoceremos cómo fueron sus inicios en el mundo del pádel y qué le animó a dar el salto a España para tratar de ganarse la vida como jugador profesional.
Padel World Press .- Cuando aún no sabía que sus molestias en el hombre derecho le obligarían a tener que someterse a una segunda operación, lo que le hará perderse lo que resta de temporada, en Padel World Press pudimos hablar con ‘la Bestia’, para conocer más de cerca a un gran jugador dentro de la pista y a una persona superlativa fuera de ella.
Amable, cercano, con una sonrisa siempre dibujada en su rostro… Agus nos contó muchas historias hasta ahora desconocidas para los aficionados, algunas de las cuales plasmaremos en la primera parte de nuestra entrevista… Qué tendrá su continuidad una vez que reciba el alta hospitalaria y comience su proceso de recuperación para volver a las canchas con más fuerza e ilusión que nunca.
¿Cómo descubriste el pádel? ¿Qué o quién te empujo a practicarlo?
El pádel lo descubrí gracias a mi tío, ya que él trabajaba en la Asociación de Pádel de La Plata. Por aquel entonces jugaba al futbol pero un día fui a la Escuelita de Pádel de Menores que había en la Asociación y me encantó. Allí todos se llevaban bien con todos, era muy diferente al futbol y me encanto. Además, me gustó una chica de allí, que hoy día es mi mujer… Creo que había motivos suficientes para quedarme, jajaja.
¿Cómo era tu vida por aquel entonces?
Mi vida era la de un niño normal. Iba al colegio, luego me quedaba a jugar con mis amigos y después iba a casa a hacer las tareas. Cuando me decidí por el pádel, empecé a entrenarme unas dos veces por semana. No era buen jugador, aun no destacaba ya que por aquel entonces había muchos chicos mejores que yo. Lo que pasa es que a veces conseguía buenos resultados porque destacaba un poco por la fuerza y la potencia para la edad que tenía. Más tarde, cuando tenía unos 13-14 años, empecé a ir con mi amigo Juan Manuel Rodríguez a entrenar a unas pistas que había cerca de la casa de mis abuelos. Íbamos todos los días. Creo que ahí fue cuando di un gran paso hacia delante tanto en mi juego como en la pasión que empecé a sentir por este deporte.
¿Qué añoras de tu infancia o de tu pasado?
Añoro mucho mi ciudad pero, sobre todo, añoro un club familiar en el que pase toda mi infancia. Era un Camping donde había piscina, pádel, tenis, futbol… Como te digo, en él pasé toda mi infancia y tengo muy buenos recuerdos. Creo que si tuviera dinero suficiente para comprar ese lugar, sin lugar a dudas lo haría.
¿Alguna anécdota de tus primeros torneos como profesional?
Sí, recuerdo que cuando empecé a jugar los primeros torneos de la APA obligaban a los jugadores a jugar con un polo para ir medio bien vestidos. Yo por aquel entonces iba hecho un desastre, por lo que mi padre me llevó a una tienda de deportes y me compró dos conjuntos Adidas preciosos, que le costaron una fortuna. Recuerdo que nada más comprármelos, jugué el primer partido del torneo, me los puse y perdí. Mi padre me quería matar, jajajaja.
¿Cuándo comenzó tu andadura en el deporte profesional?
Cuando cumplí 15 años empecé a tomarme un poco más en serio esto del pádel… Pero aun así todavía no me lo tomaba totalmente en serio y había ciertos torneos que no los jugaba. Recuerdo que a veces miraba el Ranking y me reía porque había muchísimos chicos por delante de mí. Una vez a la semana me iba al Club Teléfonos de Buenos Aires para jugar con otros chicos. Ese era mi entrenamiento ya que, por aquel entonces no se estilaba entrenarse todos los días. Más tarde comencé a entrenarme con Sebastián Mocoroa. Me acuerdo que el día lo que conocí, mi padre y él se ‘encontraron’ un poco… Al llegar, Sebastián dijo que antes de entrenarme tenía que verme porque le daba igual el Ranking o las recomendaciones que hubiera recibido de otros entrenadores sobre mi nivel de juego. Recuerdo la frase de Sebastián: “Lo tengo que ver”. En ese momento mi padre explotó y a mí me cayó fatal. Recuerdo que pensé que quién se había creído ese hombre para decirme eso. Sin embargo, con el paso del tiempo, lo entendí, valoré lo gran entrenador que es Seba y lo mucho que le debo a él y a sus métodos.
Sebastián me tuvo los primeros 5 meses sin pasar de la línea de fondo, por lo que llegó un momento que yo no quería ir a los entrenamientos… Pero mi padre, como le había pagado por adelantado, me obligaba cada mañana a ir a entrenarme. A día de hoy le agradezco a Sebastián que adoptara esos métodos conmigo. Gracias a ellos soy el jugador que veis en la actualidad pero, en esos momentos, la verdad es que lo odiaba, porque yo quería jugar partidos y él me entrenaba sólo de fondo.
¿Cómo fue el viaje o cómo surgió la idea de venirte a España a competir?
La idea de venirme a España surgió cuando tenía 18 años. La intención era venirme sólo para 3 meses, es decir, para la temporada de verano. Sin embargo, las cosas se dieron y aquí estamos. La historia comenzó al ganar en Argentina el Mundial de Menores. Tras conquistarlo, llegué al club a entrenarme con Mocoroa y le llevé la Copa… Cuando se la entregué me dijo “Ya no vas a jugar más en Menores”. Poco después, Sebastián habló con mi padre y le dijo que yo debía de irme a España a competir. Para poder pagar ese viaje, y para costearme los Torneos Absolutos de Argentina, estuve trabajando un tiempo de transportista en el trabajo de mi madre y más tarde me puse a repartir alfajores con el coche. Recuerdo que cuando por fin decidí hacer caso a Sebastián y viajar a España, mi padre me costeó el billete de avión y, debido a su elevado precio, sólo pudo darme 50 euros para llevarme a España. La decisión fue dura pero al irme tan solo por 4 meses sólo perdería un cuatrimestre de la universidad, por lo que no era algo muy grave. Los estudios y mi vida en Argentina se podrían retomar.
Recuerdo que me costó mucho el cambio de pista porque que en Argentina se jugaba en cemento y aquí se hacía en moqueta y al aire libre. Los primeros torneos fueron duros porque no conseguía muy buenos resultados pero, desde luego, lo peor era no tener un lugar fijo de residencia. Íbamos de casa en casa para poder jugar los torneos en los distintos lugares de España. Me acuerdo que una vez dormí en el coche de Gustavo Pratto en la playa porque no tenía dinero para costearme el hotel del torneo. Al día siguiente me levanté con unos dolores terribles por haber dormido allí… Sin embargo, ganamos en cuartos de final del torneo de Marbella a Godo Díaz y su compañero, por lo que pudimos costearnos la habitación del hotel. Al día siguiente, en semis, nos enfrentamos a Cristian Gutiérrez-Bebe Auguste, ante los que perdimos 6-3 y, 6-1. Estábamos súper contentos porque habíamos conseguido nuestras primeras semifinales en España, lo que equivalía a 800 euros para cada uno. Gracias a eso pudimos estar más tiempo en España.
También tengo en mi memoria un torneo en la Reserva del Higuerón. Al llegar, mi compi y yo llevábamos 10 días juntando ropa sucia porque no teníamos donde lavar, por lo que empezamos a meter en bolsos de viaje mucha ropa sucia. Al llegar a La Reserva del Higuerón lavamos toda la ropa en las duchas del club para más tarde secar la ropa en las pistas de muro del fondo del club. Kiko Alegre, por aquel entonces director del club, nos vio, se agarró la cabeza y se fue.
Unos años después, cuando La Reserva del Higuerón me empezó a patrocinar, varios de los miembros del club y el director sólo se acoraban de esa anécdota, jajajaa.
Durante estos años has jugado con muchos compañeros ¿Qué destacarías de cada uno de ellos? ¿Mantienes relación con ellos?
Maxi Gabriel: Fue el primer compañero con el que empecé a no preocuparme de lo que él hacía. Eso fue algo que me vino genial y que me dio mucha confianza para desplegar mi juego. Con Maxi tenía la sensación de que no tenía que preocuparme de nada porque estaba seguro de que siempre iba a meter la pelota. Es una pareja con la que juegas muy relajado y puedes sacar con facilidad tu 100%. Fuera de la pista hay muy buen rollo y nos llevamos genial, por lo que puedo decir que es el compañero perfecto.
Gaby Reca: Con Gaby jugué muy bien y muy cómodo. De él aprendí la profesionalidad en la forma de trabajo. He de decir que, sobre todo, me enseño el orden y la estructura de vida que debe tener un profesional. En ese sentido, se podría decir que Gaby me hizo ser profesional.
Fede Quiles: Con Fede no jugué mal. Éramos la pareja 9 del Circuito pero tuvimos muy mala suerte en los sorteos… Y es que siempre nos tocaba enfrentarnos en cuartos contra las parejas 1 y 2. Recuerdo que en ese momento pasé una mala época a nivel personal. El año 2012 fue muy difícil, por lo que mi bajón deportivo y profesional fue notable.
Por otro lado, Fede y yo somos muy diferentes. Yo soy una persona muy estructurada y Fede es más espontáneo, por lo que a veces las cosas chocaban entre ambos. Sin embargo, desde el momento en que empecé a despreocuparme de lo que él hacía y a respetar la manera que él tenía de trabajar, se puede decir que las cosas empezaron a mejorar.
Cuando recibí la llamada de Cristian para jugar con él tuvimos que romper la pareja pero recuerdo que, en ese momento, yo estaba muy a gusto jugando con Fede porque por fin habíamos conseguido acoplarnos como pareja y respetarnos el uno al otro.
Cristian Gutiérrez: Fue un medio año bueno. Él se ríe siempre porque dice que por mi culpa perdió dos finales: la de Montecarlo y la de Dubái. En ellas tuvimos varias bolas de partido y yo las fallé… Por eso me dice que le debo 5000 euros y 2 títulos, jajaja.
Aunque sólo fueron 6 meses, estuve muy a gusto con Cristian. Juega muchísimo y yo sabía que si le dejaba jugar a él, todo sería mucho más fácil.
Tito Allemandi: Adrián tiene un método de entrenamiento parecido al mío. Es una persona muy estructurada y organizada, incluso más que yo. En los entrenamientos congeniábamos genial porque ambos lo dábamos todo en ellos, por lo que en ese aspecto no había problema entre ambos. Ya en los partidos, cuando las cosas no se daban, él se ponía muy nervioso y ese nerviosismo me lo transmitía a mí, por lo que a veces terminábamos chocando, que es lo que a veces se veía en las cámaras del WPT.
Por resultados se dio muy bien. Nos clasificamos para varias semifinales, algunos cuartos… Se puede decir que el año fue bueno en términos generales, aunque sí es cierto que ese nerviosismo que Adri tenía en los encuentros a mí no me venía bien.
Imagen: World Pádel Tour
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