“De un domingo a otro. De un escenario a otro. Siete días que son dos décadas. 1063 kilómetros, de Mijas a Barcelona, que son en verdad 9500, de Chaco a Madrid. Dos triunfos que retratan el pádel de hoy. Porque hay realidades que van más allá del palmarés, del ranking y de la estadística”. No te pierdas este interesante artículo que nos ofrecen los compañeros de Padelazo.

Padel World Press .- Una victoria en Cabrera del Mar para recuperar las raíces de un deporte que parece perder memoria a medida que se expande. Una victoria en Mijas para descubrir el pádel que llega a través de una promesa de futuro que le recorta días al tiempo.

Dos protagonistas. Willy y Franco. Dos nacionalidades distintas. Dos décadas de distancia. Dos generaciones muy diferentes. Dos maneras de ser un mismo deporte.

Guillermo Lahoz Rodríguez, madrileño de nacimiento, santanderino de adopción. Franco Stupaczuk, chaqueño, afincado en Madrid.

Uno, a sus 46 años de edad (los cumplirá el próximo 26 de agosto), amplía su leyenda en un hermoso epílogo lleno de clase y talento que merece ser eterno por más que se anuncie próximo su final. El otro, con apenas 21 primaveras, se afana en terminar el prólogo de un relato que lleva soñando desde antes de tener uso de razón.

Con las crónicas de su retirada escritas, los homenajes preparados y su futuro empresarial en marcha desde hace tiempo, el maestro Lahoz se contradice incluso así mismo. Cada vez que los años le retiran, su juego le sostiene.

Hoy, con las maletas hechas desde hace un lustro, sigue instalado entre los 25 mejores jugadores de World Pádel Tour justo un cuarto de siglo después de que se adentrara en aquella pista del Club de Tenis Chamartín con varios amigos y unas palas de playa que apenas duraron 10 minutos.

Aquella cancha alumbró a un jugador único, el español (nacido en la piel de toro) con más clase de la breve pero intensa historia de este deporte. Otra pista, ésta a 635 kilómetros de allí y más de 20 años después, asistió a su coronación, otra vez más, en una prueba del Circuito Profesional de pádel.

En la Central de Clark Padel, Willy Lahoz conquistó junto a Pablo Lijó su primer torneo Challenger WPT y se recordó así mismo que, para marcharse, no podrá convencerse sino engañarse.

Una semana antes, en una espectacular Pista Central instalada en una coqueta plaza de una hermosa villa blanca andaluza, Mijas, un joven chaqueño se alzaba con su primer título grande como profesional. Stupa tenía ya varios Challengers pero ese día se hizo mayor con el Open conquistado junto a Cristian Gutiérrez.

Un peldaño más en una imparable ascensión que no insinúa techo alguno.

Son ambos, triunfos que dan forma a la encrucijada del pádel. Un cruce de caminos que le añaden dimensión a este deporte. Un viaje en el tiempo que confluye en el presente, porque aquí, hoy, encuentran plena vigencia el ayer y el mañana.

Dos victorias, en verdad, tan brillantes como necesarias. Con Bela fuera de juego, el presente alternativo fabula más allá del Ranking.

Por eso, el Open de Mijas fue todo un anticipo que permitió a la afición adelantar la bienvenida a quien ya reclama como una realidad. En Barcelona, el público, en cambio, homenajeó a quien todavía quiere en el presente.

Son dos realidades que elevan a todo un deporte. El magisterio de Willy y la emergencia de Franco. La sabiduría de Lahoz y el afán de aprendizaje de Stupa. Veinticinco años de distancia unidos por una misma pasión.

El pádel es un deporte en pleno despegue que no atiende a añoranzas y desdeña enseñanzas. Las prisas por crecer van enterrando unas raíces que explican lo que en la actualidad se admira y se jalea por más que, en muchas ocasiones, no se entienda. Por eso, victorias como las de Willy Lahoz exhiben un incalculable tratado que ilustra a la perfección la evolución de esta disciplina.

El mago español es, sin duda, un inmejorable referente para quienes empiezan, para quienes prometen, para quienes cumplen y para quienes tratan de despedirse. A todos ilumina el camino este talento que trasciende etapas y generaciones. Por ello, su victoria en Cabrera del Mar, siete días después del triunfo de Stupa, es un toque de atención, una advertencia a quienes encuentran en las prisas su mejor argumento: en este deporte, la pausa es un aliado impagable.

El recuerdo de Lahoz es la memoria del pádel. Un legado irrenunciable.

Padelazo

Lahoz y Stupa: Dos triunfos que conectan dos generaciones

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